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Suerte y seducción

La suerte no tiene mucho que ver con la seducción y las dos cosas no van muy de acuerdo.

¿Cuantas veces decimos que si no tenemos suerte en el juego la tenemos en el amor o que hace falta suerte para ligar con alguien? Tenemos la costumbre de creer que todas estas cosas dependen de nuestro buen o mal día. La suerte puede entrar en línea de cuenta en nuestras actividades, sin embargo no es una buena aliada a la hora de alcanzar un objetivo. Esto porque ella está completamente fuera de nuestro control, la buena o mala suerte no tienen causas determinadas y aunque la superstición pueda llevarnos a creer que existan elementos misteriosos que puedan aumentar o reducir nuestra dicha, en realidad no existe ninguna ley o fenómeno para determinar cómo un evento favorable pueda producirse más allá de sus probabilidades estadísticas.

Diferencia entre suerte y probabilidad

Tenemos la tendencia a confundirnos entre la suerte y la noción matemática de probabilidad, la cual no tiene nada que ver con la otra. La probabilidad, según su definición clásica, se define como la razón entre el número favorable de posibilidades y el número total de ellas. El resultado es un valor entre 0 y 1. Si las probabilidades favorables son mayores que las desfavorables, entonces el resultado es mayor de 0.5, de lo contrario es menor. Es decir:

probabilidad = posibilidades favorables / número total de casos posibles

O de otra manera:

p = m / n

Si por ejemplo lanzamos una moneda en el aire, tenemos una posibilidad sobre dos de hacer cara o cruz. Si lanzamos un dado tenemos 1/6 posibilidades de que salga un número cualquiera entre 1 y 6.

Pero veamos un ejemplo más práctico: supongamos que en un cruce de tránsito el semáforo rojo dura 30 segundos y el verde 15. ¿Qué tal de chances tenemos de pasar con el verde sin tener que parar?

Sin considerar nuestra distancia con el semáforo, la velocidad en la cual andamos, el momento en el cual nos incorporamos en la vía o en el cual hemos arrancado (que son cosas que no alteran el cálculo de las probabilidades), nuestras posibilidades efectivas de pasar con la verde en este cruce son:

p = 15 / 45 = 1 / 3

Es decir, tenemos en este cruce tres veces más de probabilidades de encontrar la roja que la verde. Hemos dicho que factores como la velocidad y el momento del arranque no cuentan, al igual que cuando lanzamos una moneda, no importa la altura que alcanza o su velocidad, no importa si nos cae en la mano o en el piso o si la giramos después de que cayó. Siempre habrá 1:2 probabilidades de que salga una de las dos caras, al menos en general.

¿Se puede hablar de suerte en estos casos? No realmente. Si en el cruce encontramos más a menudo la roja, es porque la policía ha programado el semáforo de esta manera porque así cree moderar la velocidad de los vehìculos y limitar los accidentes.

Por lo tanto si tenemos tres veces más de chances de encontrar el semáforo rojo es normal. No es mala suerte. Se trata de una probabilidad estadística. Suerte sería en cambio si, pasando por este cruce encontramos la verde, pese a las probabilidades escasas. Esta es la suerte.

La suerte no está determinada por el número de probabilidades que un evento tiene para ocurrir. Por lo tanto ya estamos listos para la definición:

Definición de suerte:

¿Qué es la suerte?

La suerte es cuando un suceso favorable se produce a pesar de que sus probabilidades sean escasas. De la misma manera, tenemos mala suerte cuando algo nos va mal a pesar del hecho que teníamos la mayoría de las posibilidades a favor.

Si usted gana a la gran lotería millonaria, tiene tremenda suerte, porque tenía una sola posibilidad sobre millones. Si un rayo le cae encima y lo mata, entonce tiene una gran mala suerte, porque las posibilidades de ser golpeado por un rayo son las mismas que ganarse la gran lotería. Esto es un hecho probado, no un ejemplo torpe.

Por lo tanto se ve, la suerte es algo favorable que sucede a pesar de tener pocas posibilidades a favor. Claramente hay varios grados de suerte y de mala suerte, pero todos tienen las probabilidades en contra. Es por esta exacta razón que nunca deberíamos contar con la suerte, ni esperar nada de ella. Tenemos en cambio que poner de nuestra parte para hacer aumentar las probabilidades favorables de manera objetiva. En ámbito de seducción, tenemos pues que preparar las condiciones para máximizar las posibilidades reales y matemáticas de lograr una conquista dada.

Relación entre suerte y seducción

Pues la seducción no consiste en un trabajo místico cuyo resultado es aumentar nuestra suerte en el amor. Esta no se tiene en cuenta. El seductor es un artista de la seducción en la misma medida en que un artista marcial es un experto en técnicas de combate, al punto de convertirse en un guerrero, incluso cuando su constitución física no lo favorece.

En la seducción sucede lo mismo. Llevamos el talento de seducir hasta una dimensión transcendental que nos permite transformarnos en unos rompe corazones, incluso cuando el aspecto físico no nos favorece. Claro, el aspecto también es importante, pero no es lo que realmente hace la diferencia en la seducción. Una mujer no escoje nunca a un hombre sólo por su aspecto físico, si lo hiciera sería un grave error, aunque pueda tener sus gustos y preferencias. Las características seductoras del hombre, si se usan de manera conveniente, pueden hacer mucho más que el simple aspecto físico.

Obviamente la suerte tampoco puede decir la última palabra, es más, no dice ni siquiera la primera. Olvídela pues y comience a trabajar y a comprender en qué consiste realmente la seducción, la verdadera y natural.